LIMPIOS O QUEMADOS - Claudio Pagura
Limpios
o quemados
1.- Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2.- Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto.
3.-
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
4.- Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí.
5.- Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo
en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
6.- El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15
No quisiera correr el riesgo de dar una interpretación apresurada
de este texto, por lo tanto mi intención es hacer un análisis demasiado simple,
pero que aún en su simpleza, nos desafía a vivir no a la manera del gusto de
nuestra carne, sino encarnar el camino de ser cada día más parecidos a Jesús.
He hablado en reiteradas veces de este texto, pero desde otro
punto de vista, y hace poco tiempo lo compartí desde el punto de vista que
expreso aquí.
Es necesario caminar el proceso de la limpieza de nuestra vida
porque la disyuntiva es, limpios o quemados.
Jesús es concluyente y da algunas herramientas que el mismo usaba para limpiar la vida de los que
caminaba con El.
Pero hay dos que menciona expresamente y que son fundamentales, “ustedes
están limpios por la palabra que os he hablado..”
La palabra tiene un poder purificador en si misma que los que la
leen no en busca de erudición sino de
edificación son confrontados en sus vidas, y animados a generar los cambios
necesarios.
El otro elemento es la unión a la vid. La vida, la fortaleza el
poder, proviene de la savia que corre por el interior de las ramas de la vid.
La virtud que nos puede cambiar esta en la vida y no en nosotros. Si
permanecemos en El, la virtud de Cristo corre por nuestras venas y alcanzamos
los grandes objetivos.
La otra posibilidad es estar sucios, y por lo tanto la vid corre
el riesgo de ser contaminada y el labrador con buen tino, quita, permite que se
seque y luego quema.
No podemos convivir con el pecado consciente sin hacer nada para
resolverlo. No debemos de ninguna manera, justificar el pecado o la tendencia
pecaminosa en nosotros. Es más fácil mirar y ver los errores de los demás, pero
lo único que trae provecho es ocuparnos de los nuestros.
Nunca sabemos cuando el labrador considera que nos volvemos un
riesgo para la vid y debamos ser cortados.
Guardemos nuestra vida en santidad, amor, caridad, procuremos cada
día ser limpiados por su presencia y palabra y tendremos una unión eterna a la
vid.
Claudio Pagura
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