Su Majestad, los abuelos.
“Corona de los viejos, son los
nietos” – Proverbios 17:6
La corona es un atributo real ¿no?. Y,
aunque a veces, cuando los nietos te ponen toda la casa “patas arriba”, estás
deshidratada de tanto contar cuentos, y te duelen todos los huesos de tanto
tirarte en la alfombra o en el pasto con ellos, ya exhausta, te dan ganas de
decir: “Por favor, sáquenme por un rato
la corona…” Pero, es por un “ratito” nomás, porque estoy segura que, ninguno de nosotros, para nada quisiera
abdicar en serio de tan honrosa corona ¿verdad?.
Hace poco leí una curiosa definición destinada a marcar la gran diferencia que hay
entre dos palabras muy importantes que, llevadas a la práctica, muchas veces pueden confundirse. Ellas son: INFLUENCIA
y PODER.
v INFLUENCIA: Es la capacidad de señalar para un lado, y todos van para allá.
v PODER: Es tomar por el cuello y obligar. “Lo haces o te pego”. Es
autoritarismo, o sino, manipulación.
¿Qué tiene que ver
esto con el tema de los abuelos? ¡Mucho y lindo!…Porque el mismo día en que
recibimos el diploma y corona de abuelos, Dios nos responsabiliza con una nueva
función que se llama nada más y nada menos que INFLUENCIA. Y para poder
ejercerla, deposita en nuestras manos
dos herramientas (siamesas inseparables) llamadas ORACIÓN y EJEMPLO.
Para Ilustrar esta
verdad, quiero relatar la historia de una abuela que tuvo mucho que ver en mi
propia vida. Conocí a la abuela Rossina en Buenos Aires cuando ella ya tenía 86 años. Las primeras palabras que dijo
apenas nos conocimos, en su mezcla de checo-español, fueron: “¿Qué
sería de nosotros sin Señor Jesús?”. En
su lejana Chechoslovaquia, Rossina conoció a Cristo a quien se aferró con una
poderosa “fe no fingida” que la adornó hasta el fín de sus días igual que a la
abuela Loida de 2* Timoteo 1:5. También allí se casó con un viudo con varios
hijos con quienes emigraron a la Argentina. Entre hijastros e hijos Rossina crió a
una familia de 14 vástagos, viviendo en distintos campos y quintas de Córdoba y
Buenos Aires. Y aquí quiero
destacar algunas cosas de su hermosa
personalidad.
Aunque su esposo no
la acompañaba activamente en su
ferviente fé, TODAS LAS NOCHES ella celebraba el culto familiar
reuniendo a todos los que había en la
casa: hijos, nietos, y ocasionalmente peones también. Abría su gastada Biblia en checo, leía una porción,
la comentaba, cantaban algún antiguo himno, hacía orar a los que la rodeaban y
luego oraba ella por todos, uno por uno. De su boca salían continuamente
gratitud y alabanza. Con su sulky visitaba a sus vecinos, asistía a los enfermos, llevaba comida a los
pobres. Todos sabían que su mano estaba siempre tendida a los necesitados. Era
linda, su piel era tersa y sus ojos luminosos eran dos ventanas por los que
Cristo se asomaba todo el tiempo. La angustia, el rencor, las quejas, la
autocompasión y el reuma fracasaron en su intento de cincelarle el rostro
porque se estrellaron contra su sencilla
pero inquebrantable fe, y también, porque ella usaba cantidades generosas del cosmético bíblico
“El corazón alegre hermosea el rostro” Proverbios 15:13,(con el cual no pueden
competir ni Mary Hay, Avon, lifting, ni ninguna
de las pósimas anti-age tan en boga en la actualidad).
Los últimos años de
su vejez, los pasó en Verónica, Buenos Aires, en compañía de una hijastra pocos
años menor que ella. ¿Qué hacían todo el tiempo estas dos viejitas? Oraban la
mayor parte del día por cada hijo, cada nieto y cada necesidad. ¿Tuvo esto
alguna INFLUENCIA?. Cuando cumplió los 87 años, se reunió toda la familia a
festejarlo. ¿Saben cuántos eran entre
hijos, conyuges, nietos y bisnietos? Alrededor de 115, de los cuales en ese
momento, solamente seis no eran
creyentes. ¿Cómo se yo de la enorme influencia que tuvieron las oraciones y el
ejemplo de esta abuela piadosa sobre tan numerosa familia?
¡Porque me casé con uno de sus nietos! Todo lo que ella influyó en el rumbo de vida, carácter, principios y
ministerio de mi esposo lo sé de primera mano, y lo disfruté en estos 45 años
de casada con el. En efecto, muchas veces, en momentos difíciles, en
situaciones límite de nuestra vida y ministerio, cuando venía el alivio, mi
esposo exclamaba: “La abuela está orando
por mí”. Y cuando ella murió a los 92 años,
sus nietos dijeron experimentar
un sentimiento de orfandad y desamparo al no contar ya con las poderosas oraciones de esta noble
abuela, que ni siquiera se enteró que, a pesar de que nunca cursó universidades
ni seminarios ejerció tanta INFLUENCIA a través
de su ORACIÓN y EJEMPLO.
Ejercer influencia
no es atropellar los derechos de los padres. Exceptuando casos especiales, a
los abuelos no nos corresponde educar, disciplinar ni castigar a los nietos. Esa es tarea de los padres y en
circunstancias normales no debemos meternos, interferir ni contradecir sus
directivas. Cuando los padres están criando bien a sus hijos “en el Señor” los
abuelos debemos solo reforzar esa crianza, aunque a veces sus métodos no sean
precisamente de nuestro agrado.
Abuelos
“apañadores” versus padres rectos, no es una buena receta. Si bien es
privilegio de los abuelos mimar, regalar y darle gustos a los nietos, debemos
ser prudentes y cuidar de no cobrar ante sus ojitos la figura del gran bonachón
Papá Noel, en contraste de la de “aguafiesta” de los pobres padres que sí o sí,
tiene que disciplinarlos, ponerles límites y no comprarles todo lo que a ellos
se les ocurre, etc.
Pero, estamos
hablando de circunstancias normales por
no decir ideales. ¿Qué vamos a hacer cuando
lamentablemente cada vez más a menudo, aparecen situaciones tales como:
v Nietos cuyos padres se pelean, se separan o divorcian?
v Nietos cuyos padres han elegido darle la espalda a Dios y los llenan de
malos ejemplos y mala crianza?
v Nietos que se ponen rebeldes, insolentes , mundanos?
v Que son arrastrados por la música elaborada en el infierno, las drogas,
los vicios, el sexo, las perversiones y aún la delincuencia?
v Adolescentes que embarazan, o se embarazan y pretenden que los abuelos se hagan cargo de
los frutos de su pecado?
v Padres que toman a los abuelos por eternas “niñeras ad honorem”
mientras ellos egoístamente viven su vida?
v Nietos con graves dificultades
físicas, psíquicas o espirituales, enfermos, heridos, abusados, oprimidos?
¡Conocemos tantos
abuelos que tienen el corazón hecho pedazos porque su o sus nietos están en
situaciones como éstas o muchas más que sería muy largo enumerar!
¿Qué hay que hacer
en estos casos?¿Bajar los brazos?¿Darlo todo por perdido? ¡No… y mil veces no! ¡Dios sigue vivo, abuelos! Es allí donde la fórmula: ORACIÓN-EJEMPLO tiene que demostrar si es eficaz o no. Y, por
la gracia y bondad del Señor, hay historias escritas y narradas en todos los
idiomas, a lo largo y a lo ancho del mundo, antiguas y contemporáneas que
registran que fue por la
ORACIÓN y EJEMPLO de algún abuelo o abuela (blanco, negro,
amarillo,o pielroja) que:
v Muchos nietos dejaron de ingerir comidas de cerdos y se volvieron al
Padre Dios
v Fueron librados del peligro, sanados, salvados, liberados, consolados,
encaminados, etc.
v Cuando su mundo se tambaleó o se les vino abajo, encontraron en los
abuelos el lugar seguro, la ciudad de
refugio, la torre fuerte donde acudir cuando los otros le fallaron.
v También nietos “huérfanos de abuelos” fueron amparados por abuelos que
“alzaron los ojos” por encima de los nietos propios y vieron “los campos
blancos para la ciega” llenos de nietos ajenos a la deriva, y
generosamente los “adoptaron” y les
dieron cabida en su corazón.
¡Abuelos anónimos,
sin publicidad, sin renombre, ni aplausos! ¡Abuelos Coraje! ¡Abuelos que
obedecieron el mandato del Señor referente a sus caminos!:
v “… las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos…” (Deuteronomio
4:9; 6:1-2)
¡Abuelos que
creyeron las promesas de Dios y se las apropiaron para sí!:
v “…para Dios no hay nada imposible…” (Lucas 1:37)
v “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y se multiplicará la paz
de tus hijos” (Isaías 54:13)
v “ Se vislumbra esperanza en tu futuro… tus hijos volverán del país
enemigo…tus hijos volverán a su patria” (Extraído de Jeremías 31:16-17)
Sí…¡Abuelos que
INFLUENCIARON, quizás hasta la cuarta generación o más, transmitiendo una “fe no fingida” a través de
una vida de ORACIÓN y EJEMPLO!
¿No será que el
Señor quiere enriquecer nuestras familias e iglesias con un ejército de abuelos de ese calibre?
¿No será que hay tal cosa como una “llamado divino” a
convertinos en
“abuelos conforme al corazón de Dios?
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