lunes, 4 de agosto de 2014

SU MAJESTAD, LOS ABUELOS - SARA SICCARDI DE DIAZ

Su Majestad, los abuelos.


“Corona  de los viejos, son los nietos” – Proverbios 17:6

      La corona es un atributo real ¿no?. Y, aunque a veces, cuando los nietos te ponen toda la casa “patas arriba”, estás deshidratada de tanto contar cuentos, y te duelen todos los huesos de tanto tirarte en la alfombra o en el pasto con ellos, ya exhausta, te dan ganas de decir: “Por favor, sáquenme  por un rato la corona…” Pero, es por un “ratito” nomás, porque estoy segura  que, ninguno de nosotros, para nada quisiera abdicar en serio de tan honrosa corona ¿verdad?.


     Hace poco leí una curiosa definición  destinada a marcar la gran diferencia que hay entre dos palabras muy importantes que, llevadas a la práctica, muchas  veces pueden confundirse. Ellas son: INFLUENCIA y PODER.
v  INFLUENCIA: Es la capacidad de señalar para un  lado, y todos van para allá.
v  PODER: Es tomar por el cuello y obligar. “Lo haces o te pego”. Es autoritarismo, o sino,  manipulación.
¿Qué tiene que ver esto con el tema de los abuelos? ¡Mucho y lindo!…Porque el mismo día en que recibimos el diploma y corona de abuelos, Dios nos responsabiliza con una nueva función que se llama nada más y nada menos que INFLUENCIA. Y para poder ejercerla, deposita  en nuestras manos dos herramientas (siamesas inseparables) llamadas ORACIÓN y EJEMPLO.
Para Ilustrar esta verdad, quiero relatar la historia de una abuela que tuvo mucho que ver en mi propia vida. Conocí a la abuela Rossina en Buenos Aires cuando  ella ya tenía 86 años. Las primeras palabras  que dijo  apenas nos conocimos, en su mezcla de checo-español, fueron: “¿Qué sería  de nosotros sin Señor Jesús?”. En su lejana Chechoslovaquia, Rossina conoció a Cristo a quien se aferró con una poderosa “fe no fingida” que la adornó hasta el fín de sus días igual que a la abuela Loida de 2* Timoteo 1:5. También allí se casó con un viudo con varios hijos con quienes emigraron a la Argentina. Entre hijastros e hijos Rossina  crió  a una familia de 14 vástagos, viviendo en distintos campos y quintas de Córdoba y Buenos Aires.  Y aquí quiero destacar  algunas cosas de su hermosa personalidad.
Aunque su esposo no la acompañaba activamente en su  ferviente fé, TODAS LAS NOCHES ella celebraba el culto familiar reuniendo a todos los que había  en la casa: hijos, nietos, y ocasionalmente peones también. Abría  su gastada Biblia en checo, leía una porción, la comentaba, cantaban algún antiguo himno, hacía orar a los que la rodeaban y luego oraba ella por todos, uno por uno. De su boca salían continuamente gratitud y alabanza. Con su sulky visitaba a sus vecinos,  asistía a los enfermos, llevaba comida a los pobres. Todos sabían que su mano estaba siempre tendida a los necesitados. Era linda, su piel era tersa y sus ojos luminosos eran dos ventanas por los que Cristo se asomaba todo el tiempo. La angustia, el rencor, las quejas, la autocompasión y el reuma fracasaron en su intento de cincelarle el rostro porque se estrellaron  contra su sencilla pero inquebrantable fe, y también, porque ella usaba  cantidades generosas del cosmético bíblico “El corazón alegre hermosea el rostro” Proverbios 15:13,(con el cual no pueden competir ni Mary Hay, Avon, lifting, ni ninguna  de las pósimas anti-age tan en boga en la actualidad).
Los últimos años de su vejez, los pasó en Verónica, Buenos Aires, en compañía de una hijastra pocos años menor que ella. ¿Qué hacían todo el tiempo estas dos viejitas? Oraban la mayor parte del día por cada hijo, cada nieto y cada necesidad. ¿Tuvo esto alguna INFLUENCIA?. Cuando cumplió los 87 años, se reunió toda la familia a festejarlo. ¿Saben cuántos eran  entre hijos, conyuges, nietos y bisnietos? Alrededor de 115, de los cuales en ese momento, solamente  seis no eran creyentes. ¿Cómo se yo de la enorme influencia que tuvieron las oraciones y el ejemplo de esta abuela piadosa sobre tan numerosa  familia?  ¡Porque me casé con uno de sus nietos! Todo lo que ella influyó  en el rumbo de vida, carácter, principios y ministerio de mi esposo lo sé de primera mano, y lo disfruté en estos 45 años de casada con el. En efecto, muchas veces, en momentos difíciles, en situaciones límite de nuestra vida y ministerio, cuando venía el alivio, mi esposo exclamaba: “La abuela  está orando por mí”. Y cuando ella murió a los 92 años,  sus nietos dijeron experimentar  un sentimiento de orfandad y desamparo al no contar ya  con las poderosas oraciones de esta noble abuela, que ni siquiera se enteró que, a pesar de que nunca cursó universidades ni seminarios ejerció tanta INFLUENCIA a través  de su ORACIÓN y EJEMPLO.
Ejercer influencia no es atropellar los derechos de los padres. Exceptuando casos especiales, a los abuelos no nos corresponde educar, disciplinar ni castigar  a los nietos. Esa es tarea de los padres y en circunstancias normales no debemos meternos, interferir ni contradecir sus directivas. Cuando los padres están criando bien a sus hijos “en el Señor” los abuelos debemos solo reforzar esa crianza, aunque a veces sus métodos no sean precisamente de nuestro agrado.
Abuelos “apañadores” versus padres rectos, no es una buena receta. Si bien es privilegio de los abuelos mimar, regalar y darle gustos a los nietos, debemos ser prudentes y cuidar de no cobrar ante sus ojitos la figura del gran bonachón Papá Noel, en contraste de la de “aguafiesta” de los pobres padres que sí o sí, tiene que disciplinarlos, ponerles límites y no comprarles todo lo que a ellos se les ocurre, etc.
Pero, estamos hablando  de circunstancias normales por no decir ideales. ¿Qué vamos a hacer cuando  lamentablemente cada vez más a menudo, aparecen  situaciones tales como:
v  Nietos cuyos padres se pelean, se separan o divorcian?
v  Nietos cuyos padres han elegido darle la espalda a Dios y los llenan de malos ejemplos y mala crianza?
v  Nietos que se ponen rebeldes, insolentes , mundanos?
v  Que son arrastrados por la música elaborada en el infierno, las drogas, los vicios, el sexo, las perversiones y aún la delincuencia?
v  Adolescentes que embarazan, o se embarazan y  pretenden que los abuelos se hagan cargo de los frutos de su pecado?
v  Padres que toman a los abuelos por eternas “niñeras ad honorem” mientras ellos egoístamente viven su vida?
v  Nietos con  graves dificultades físicas, psíquicas o espirituales, enfermos, heridos, abusados, oprimidos?

¡Conocemos tantos abuelos que tienen el corazón hecho pedazos porque su o sus nietos están en situaciones como éstas o muchas más que sería muy largo enumerar!

¿Qué hay que hacer en estos casos?¿Bajar los brazos?¿Darlo todo por perdido? ¡No… y mil veces no! ¡Dios sigue vivo, abuelos! Es allí donde la fórmula: ORACIÓN-EJEMPLO  tiene que demostrar si es eficaz o no. Y, por la gracia y bondad del Señor, hay historias escritas y narradas en todos los idiomas, a lo largo y a lo ancho del mundo, antiguas y contemporáneas que registran que fue por la ORACIÓN y EJEMPLO de algún abuelo o abuela (blanco, negro, amarillo,o pielroja) que:
v  Muchos nietos dejaron de ingerir comidas de cerdos y se volvieron al Padre Dios
v  Fueron librados del peligro, sanados, salvados, liberados, consolados, encaminados, etc.
v  Cuando su mundo se tambaleó o se les vino abajo, encontraron en los abuelos el lugar seguro, la ciudad  de refugio, la torre fuerte donde acudir cuando los otros le fallaron.
v  También nietos “huérfanos de abuelos” fueron amparados por abuelos que “alzaron los ojos” por encima de los nietos propios y vieron “los campos blancos para la ciega” llenos de nietos ajenos a la deriva, y generosamente  los “adoptaron” y les dieron cabida en su corazón.
¡Abuelos anónimos, sin publicidad, sin renombre, ni aplausos! ¡Abuelos Coraje! ¡Abuelos que obedecieron el mandato del Señor referente a sus caminos!:
v  “… las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos…” (Deuteronomio 4:9; 6:1-2)

¡Abuelos que creyeron las promesas de Dios y se las apropiaron para sí!:
v  “…para Dios no hay nada imposible…” (Lucas 1:37)
v  “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y se multiplicará la paz de tus hijos” (Isaías 54:13)
v  “ Se vislumbra esperanza en tu futuro… tus hijos volverán del país enemigo…tus hijos volverán a su patria” (Extraído de Jeremías 31:16-17)

Sí…¡Abuelos que INFLUENCIARON, quizás hasta la cuarta generación o más,  transmitiendo una “fe no fingida” a través de una vida de ORACIÓN y EJEMPLO!
¿No será que el Señor quiere enriquecer nuestras familias e iglesias con un ejército de abuelos de ese calibre?
¿No será que hay tal cosa como una “llamado divino” a convertinos en “abuelos conforme al corazón de Dios?

Sara Sicardi de Diaz




No hay comentarios:

Publicar un comentario