REFLEXIONES ACERCA DEL MATRIMONIO
Si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz. (Mat.6.22)
1. Lo que voy a decir ahora no está dirigido a las personas del mundo, o a quienes tienen una religión puramente formal. Te hablo a ti que has experimentado, aunque ahora no la experimentes, la fe que obra por
amor (Ga.5:6). No es mi intención hacer ninguna afirmación categórica. Simplemente expongo un pensamiento que está en mi mente y te pido que lo pongas a consideración.
2. Estas pensando en cambiar de condición, y sabemos que honroso es en todos el matrimonio (He.13:4). Pero me pregunto si tu ojo es bueno en lo referente a esta cuestión. El tema merece ser considerado con toda seriedad. Mira dentro tuyo y pregúntate: ¿ Qué hace que piense de esta manera?
3. Te voy a contar lo que me sucedió a mí: Si bien nunca me he sentido desanimado o deprimido (siempre conservé el mismo espíritu, en tiempo de salud o de enfermedad), a menudo sentía ciero desasosiego. Aun gozando de vitalidad y buena salud, con abundancia de todo, y rodeado de amigos, me faltaba algo; no estaba satisfecho. Entonces pensé: “Ah, si tal persona estuviera conmigo, seguramente me sentiría feliz”. Me decía a mi mismo: “¡Que hermosa su apariencia! ¡Que agradable su conversación!”. Me decía a mi mismo: “¡Que hermosa su apariencia! ¡Que agradable su conversación!”. Pensaba en la poesía de Safo:
Bienaventurado como los dioses inmortales
es el joven que amigablemente se sienta a tu lado,
el que puede mirar tu dulce sonrisa
y escuchar la dulzura de tu voz.
“ Seguramente esto es exactamente lo que yo necesito; si lo alcanzara, nunca más me sentiría solo. Porque
Tú me librarías de las sombras de la oscuridad y en el desierto ya no tendria soledad;
4. Tal ves tu caso sea similar al mío. Permíteme, entonces, que te haga algunas preguntas: ¿Alguna vez estuviste convencido de pecado, de tu condición de pecador perdido? ¿Experimentaste la ira de Dios? Si fue así, ¿qué necesitabas para sentirte feliz? “Saber que estaba reconciliado con Dios”. Pues tu deso se cumplió; pudiste afirmar sin temor: “Sé que mi Redentor vive”. ¿No fuiste feliz en ese momento? “Sí por supuesto”. ¿Qué te hacía feliz? El conocimiento y el amor de Dios
5. Y si ahora tienes ese mismo conocimiento y amor de Dios, ¿no obra de la misma manera? No es posible que una misma causa no produzca el mismo efecto. Por lo tanto, si ahora no eres feliz, ¿no será porque ya no tienes esa relación con Dios que tenías en aquel momento? ¿Acaso buscas suplir la necesidad de esta relación mediante la compañía de una persona? ¿Crees
que la proximidad de una mujer compensará tu distanciamiento de Dios? ¿Es esto lo que Cristo enseñó? ¿No te ha servido de nada tu experiencia?
6. Fuiste feliz una vez; sabes que es así. Fuiste feliz en Dios, sin estar sujeto a ninguna criatura. No necesitabas “Acrecentar el mar del amor, con gotas de felicidad humana”. ¿Te parece sabio buscar ahora la felicidad en otro lugar? Tú no tienes la excusa de los que nunca conocieron la felicidad que hay en Dios. Te aseguro que es muy pequeña la diferencia entre la idolatría y buscar la felicidad en una persona. ¿No significa, acaso, amar a una criatura más que al Creador? ¿No significa que eres “más amante del placer que de Dios?”
7. Oh, vuélvete hacia Aquél que una vez te hizo conocer la felicidad, y él hará que vuelvas a sentirte feliz.
Repite la oración:
Para el mundo dame muerte;
me contenta sólo verte.
Hazme libre, darme vida,
tu presencia bendecida.
No busques ni aceptes algo que ocupe el lugar de Dios. Deja que sea él la fuente de donde emane tu felicidad. Busca primeramente, como ya lo hiciste anteriormente, el reino de Dios y su justicia (Mat.6:33 a); el conocimiento y el amor de Dios; la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn.1:3), y todas estas cosas te serán añadidas (Mat. 6:33 b), especialmente el gozo en el Espíritu Santo. Una vez más,
Ama a Dios, y a tu alma proclama
que la dicha de Dios mana.
Y su gracia en ti morará;
y la paz por corona tendrás.
Juan Wesley
Lisburn, 11 de junio de 1785.
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