jueves, 28 de agosto de 2014

LA ESPOSA DEL PASTOR 2º PARTE - SARA SICCARDI DE DIAZ





EL COSTO DE SER ESPOSA DE PASTOR



1.- Significa ser la "ayuda idónea" de una persona especial, un siervo de Dios.

Por lo tanto nos concierne: ,

a.- Aceptarlo, ayudarlo, comprenderlo, alentarlo, cuidarlo. –

b.- Orar constantemente por él y su ministerio.

Recuerdo que .una vez hospedamos en casa a un destacado pastor. En cierto momento clavó sus ojos en los míos y me dijo, señalando es mi esposo: "¿Amas mucho a este hombre?" "Sí", contesté. "¿Oras por él?" "Sí", le dije. "¿Oras constantemente por él?" "Bueno, a menudo lo hago", dije, ya medio desconcertada. Entonces me dijo: "Si tú no lo mantienes constantemente ante el Trono de la Gracia, su ministerio se va a deteriorar. Él te necesita a ti más que a nadie." Como se imaginarán esas palabras se
clavaron en mi corazón como puñales. Porque es verdad, ¿quién mejor que la esposa sabe qué, cómo, cuándo y por qué orar por su esposo, el pastor? ..

c.- Ser amiga y "compinche", no estar siempre enfrentándolo.

d.- Cuidarlo en sus momentos de preparación.

Cuando él está preparando sus mensajes, cuando está sobrellevando cargas especiales, cuando necesita tiempo para orar y buscar al Señor. Conozco a una esposa de pastor que no encontraba mejor momento para discutir o pelear con su esposo que cuando iban camino a la reunión o justo antes de salir. Generalmente, el pobre hombre subía al púlpito con el corazón cargado, luchando por sobreponerse a su mal estado de ánimo y con una tremenda sensación de culpa. ¿Es de extrañarse que tiempo después haya tenido que dejar el pastorado? Todas sabemos cuántas
trabas nos pone el diablo antes de una reunión: un chico que se golpea o se ensucia o rompe su única ropa dominguera, un olvido de algo importante por lo cual echarse la culpa uno al otro, etc. ¡Cualquier cosa sirve para ponernos de mal humor, nerviosos, y hacernos decir cosas de las cuales debemos arrepentimos después! ¿Verdad? La "ayuda idónea" comprende
esto y obra como "filtro" cuidando que esto no afecte la tarea especial que sobrelleva su esposo en ese momento.

e.- No entorpecer su ministerio. (Prov. 31 :12)

Hay muchas cosas que pueden entorpecer el ministerio de nuestros esposos. No tenemos espacio para mencionar todo. Solamente nombraremos algunas de ellas, y cada una, sin duda, tendrá cosas para añadir a esta lista negra.

I- Los celos, exigencias desmesuradas, el ser absorbentes, entorpece su ministerio. Tenemos que comprender que su vida está en el altar, fue consagrada a un ministerio que demanda mucho de su tiempo, sus emociones y sus fuerzas. Y aunque él nos ama a nosotras y nuestros hijos, muchas veces no puede dedicarnos todo el tiempo que él desearía. No lo torturemos por eso. No nos sintamos víctimas. Las esposas de los médicos, otros profesionales, hombres de negocios, obreros con más de un empleo, etc., padecen lo mismo. No somos únicas con este problema.

II- Carácter fuerte. Mandona, áspera, habladora. Prov. 31 :26

III- Nuestras infidencias entorpecen su ministerio. Muchas cosas muy íntimas y secretas vienen a parar a la casa del pastor. Si desparramamos las confidencias, si no somos respetuosas de los secretos que confían los fieles a su pastor, ellos se sentirán víctimas de una traición, y el prestigio y reputación de ese siervo se verán altamente lesionados. No exigirle que nos cuente las confidencias.

IV- Reconocer nuestras limitaciones. A cada uno el Señor nos ha otorgado dones, talentos, gracias especiales, sí, pero muy diferentes. A veces subestimamos las que tenemos y aspiramos las que tienen otras esposas de pastores, especialmente a aquellas que son muy brillantes. Eso desemboca en celos y envidias. Tratamos de imitarlas y, corriendo torpemente tras este espejismo perdemos de vista que nuestra principal misión es ser "ayuda idónea" de ese hombre que Dios nos dio, con los dones que él nos brindó, los horizontes y limitaciones que él, en su sabiduría, nos puso y en el espacio y lugar que él nos delimitó. No nos extralimitemos, pues. Esa carrera disparatada perturba, por cierto, el ministerio de nuestro esposo y a nosotras nos desgasta inútilmente.

f.- Cuidarlo sexualmente.

Lamentablemente todos conocemos casos de pastores que cayeron en adulterio. Casi siempre cargamos toda la culpa sobre el pastor y su compañera de adulterio y nos compadecemos de la pobre esposa considerándola la víctima. Pero, no siempre es así. Al indagar en lo profundo del problema, descubrimos que, a veces, la esposa es tan culpable como el de esta penosa caída. Hay varias cosas que tenemos que comprender como esposas sabias y amorosas:

· Los pastores están constantemente expuestos a la tentación sexual. Veamos un ejemplo. Por el tipo de tarea que deben hacer, van desarrollando un espíritu compasivo, tierno y comprensivo. Nada penetra más hondo en las fibras íntimas del corazón de una mujer, que la ternura. Nuestro sabio Padre lo sabe así y por eso dio con la mejor receta que hay para tratar a una mujer. ¿Cuál es? Tratarla como "vaso frágil" (1º Pedro 3:7) O sea, con ternura y delicadeza. Hoy en día, y cada vez m s, hay muchas mujeres que son tratadas con rudeza, desamor, o por lo menos de igual a igual (gracias a la liberación femenina). En su dolor vienen a la iglesia y buscan ayuda en el pastor. Este los atiende como corresponde: con comprensión, con delicadeza, con respeto. ¡Todo lo contrario de lo que ella está viviendo! No es nada extraño que en su corazón idealice a ese hombre (y no hace falta que se parezca a Alain Delon para eso), se aferre a él y se enamore de él. Y, a veces, sin notario, en el continuo trato, abran una puerta a la tentación.

· La esposa del pastor debe cumplir gozosamente su deber marital (1º Corintios 7:5). La mujer que no comprende la necesidad afectiva y sexual de su esposo, que es indiferente y descuidada en ese aspecto, que no se ocupa de llenar todos sus rincones, sentimentales, que está tan ofuscada por las tareas del hogar y de la Obra, que cree ingenuamente que, por ser pastor, está más libre que otros de toda tentación carnal, que no colabora sabia y amorosamente a aliviar sus muchas tensiones y presiones, ¿no es parte culpable de la caída de su esposo? Conocemos varios casos así, y es dramático, porque no hay nada más efectivo para destruir un hermoso ministerio que una caída sexual. Porque, si no se arrepiente, no hay más restauración. Si se tapa o encubre, tiene un ministerio hipócrita que Dios no respalda. Y, si se arrepiente, ¿cuánto tiempo pasará, cuánto dolor, cuántas lágrimas hasta su total restauración? ¡Hermanas, que Dios nos guarde de ser cómplices del diablo para destruir así a un pastor!

Y, de paso, un consejo ya conocido, acompañemos siempre a nuestros esposos cuando tiene que tratar el caso de una mujer sola, no como un policía o vigilante, no como una guardiana celosa, sino como una colaboradora idónea, embargada tú también de compasión y ternura hacia el dolor y el problema de esa otra mujer.

2- Significa ser de ejemplo a toda la congregación

¡Qué pesado puede llegar a ser esto! Saber que estamos constantemente en la vidriera, en exposición al público tanto nosotras como nuestro esposo, nuestros hijos, nuestros bienes, más aún si estamos viviendo en la casa pastoral pegada al templo. Todo eso puede tornarse excesivamente difícil en ciertos momentos, ¿verdad?

· A raíz de esto muchas de nosotras hemos desarrollado ciertos mecanismos de auto - defensa que son un tobogán hacia el resentimiento y la amargura y nos hacen estar siempre en actitud defensiva. Quisiera comentarles un episodio que me ayudó a detectar ese mal en mí.

Muchas de ustedes habrán vivido los tiempos en que se creía, tácitamente, que ser pobre era una virtud para un pastor y su familia. En efecto, ¡cuánto más pobre, más piadoso se lo consideraba porque "vivía por fe"!... Como la congregación nos pagaba el sueldo y no faltaba aquel que "vigilaba" nuestras erogaciones, yo tenía terror que alguno pensase que malgastábamos el dinero que nos pagaban. Por esa razón, cada vez que estrenábamos algo nuevo me apresuraba a aclarar "me lo regaló Fulano o Sultano". De esta manera, inconscientemente le fui enseñando esta actitud a nuestra hija mayor, Lilia. Cada vez que le ponía algo nuevo le repetía sin cesar; "Esto te lo regaló la hermanita Tal. Esto te lo regaló el hermanito Cual" y así por el estilo. Una noche cuando fui a acostaría, ella miró hacia el techo del dormitorio donde había un hueco por donde pasaban los cables de la electricidad y me preguntó inocentemente en su lengua infantil: "y ese agujero, ¿quién nos lo regaló?" Allí me di cuenta con horror cómo estaba sembrando en su corazoncito un espíritu de miseria y una actitud enfermiza de auto - defensa. Me arrepentí y pedí perdón al Señor y fuerzas para revertir esa situación. Y él lo hizo, por cierto.

· Tenemos que aprender a vivir en sencillez y transparencia. Todos los creyentes, pastores y no pastores, estamos en el procesos de ser "hechos a la imagen de Cristo". O sea, estamos "en tratamiento". Dios nos está tratando, nos está moldeando uno por uno y momento tras momento. Todo lo que nos pasa "ayuda a bien" para ese propósito de Dios para cada vida en particular. Yo quiero ser una buena esposa, una buena madre, una buena ama de casa, NO porque soy la esposa del pastor, sino por SOY CRISTIANA. Nuestro llamamiento más alto, más sublime no es a ser esposa de pastor, sino a ser hija de Dios, en el orden de las prioridades. Si comprendemos bien esto, si esta es nuestra verdadera meta nos vamos a sentir relajadas y tranquilas. No importa que nos observen y nos vigilen. Nuestra meta es parecemos cada día más a Cristo, nuestro Hermano Mayor, y hacer en todo Su voluntad. Esto hará que, de rebote, sea cada vez mejor "esposa de pastor".

3.- Significa tener una sobrecarga en la tarea normal de un hogar

a)Hay que recibir y hospedar a mucha gente. La casa del pastor en una mezcla de hotel, restaurante, sala de espera, consultorio y sala permanente de muchas reuniones. Eso significa que hay muchos más platos, servilletas, toallas, sábanas que lavar que en una casa normal. Muchas más comidas que cocinar, minutas que improvisar, tés, cafés, refrescos, masitas que servir, mates que cebar, que en una casa normal. Mucho más gente y llamadas telefónicas que atender, más tiempo y fuerzas que dedicar, que en una casa normal. Y hay que desarrollar
mucho el ingenio para estirar los recursos que la crisis nos deja para hacer
todo esto.

b) Hay que asistir a casi todas las reuniones.

La esposa del pastor y su familia tienen que estar en las reuniones del domingo, la Escuela Dominical, la del jueves (o miércoles), las reuniones caseras, la de señoras, las administrativas, los bautismos, los casamientos, los entierros, los retiros, los congresos, las clases bíblicas, las campañas, las reuniones especiales, etc., etc. Mientras los demás miembros de la iglesia (aún los colaboradores cercanos) pueden faltar a algunas de las reuniones, pueden tomar los sábados y aún los domingos para realizar paseos o descansar (lo cual es perfectamente lógico), el pastor y familia normalmente no pueden hacerla. La esposa debe tener la ropa, los zapatos y las zapatillas constantemente limpios y en condiciones para salir o para recibir gente en casa.

c) Tiene que compartir y sobrellevar las cargas de toda la congregación. Por las noches una familia normal, se va a la cama con los problemas propios, de la familia, del trabajo, de la escuela. El pastor y la esposa muchas noches se van a la cama agobiados por los problemas de toda la congregación, algunos sencillos y otros sumamente dolorosos y complejos. Quiero aclarar aquí que todos los que sirven al Señor aunque no sean pastores, tienen muchas cargas que sobrellevar, sin duda alguna. Pero, por lo general, son de una parte de la congregación (un grupo casero, una clase de Escuela Dominical, los jóvenes, etc.). Es, por cierto algo más pesado tener sobre los hombros los problemas de toda la congregación en general. La esposa del pastor que ama al Señor y Su obra. no es insensible a todo esto, y por lo general cuando su esposo está abrumado y agobiado por los problemas, ella también lo está. .

d) Sobrecarga espiritual

Su esposo está todo el tiempo en pie de guerra con el infierno. Y el diablo
"contesta". (mateo 16:18)

- predicando

- liberando                                                                ESTAS COSAS

- discipulando                                                           ENARDECEN AL DIABLO

- orando                                                                   Y A SUS HUESTES

- alabando

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