CHIQUILINADAS ...
Hace un buen tiempo, estuve supliendo a una maestra en su clase de Escuela Dominical (niños de 6 y 7 años). Tenía varios varoncitos de los "bravos"... Ese domingo apareció un gordito nuevo: simpático, participativo. Al terminar la clase me quedé hablando con él a solas. Quería explicarle lo que significaba recibir a Jesús en el corazón. Cuando le hablé de cómo Él era el único que podía limpiarnos de las cosas feas que hacíamos ("pecados" en lenguaje adulto), me dijo: "¡Ahhh, sííí, seño! ¿Y sabes cómo hace? Los hace un bollo ASÍ... Después le hace ASÍ..." (Y aquí imitó el movimiento de un lavarropas a paleta) "¡Y después te los devuelve LIMPITOS!!"... Tuve bastante éxito en quedarme seria y, pacientemente, le volví a explicar cómo era esta cuestión. Pronto...¡ENTENDIÓ! Sus pícaros ojitos brillaban. Quería pedirle al Señor enseguida que viniera a vivir en su corazón, lo limpiara y se quedara a vivir con él para siempre. Hablamos con Jesús... Como siempre, ese fue un momento especial y profundo, en el sencillo y directo estilo de los chicos. Cuando terminamos, le expliqué acerca de la amistad de Jesús, de hablar con Él siempre, de venir a aprender de Él, de contarle a sus hermanitos, etc... Otra vez le brillaron los ojitos y me preguntó: "Y si yo le pido ahora a Jesús algo para mi hermanita... ¿me va a escuchar?" "¡Seguro que sí!", le dije. "¿Y qué le querés pedir?" (tenía que asegurarme de qué clase de petición pensaba hacer!!) No tardó ni dos segundos en contestarme muy vehementemente: "Quiero pedirle a Jesús que mi hermana lo reciba Y QUE NO ME ESCUPA MÁS"... Y confieso que fue la primera vez en mi vida que me tocó orar para que alguien dejara de escupir!!!... (Todavía me causa mucha gracia cuando me acuerdo!!)¡Bendita sea la sencillez de los chicos y su falta total de prejuicios y dudas cuando de hablar con el Padre del cielo se trata!!!
"De cierto les digo que si no se vuelven como niños... ni siquiera se han asomado al reino de Dios..." (traducción parafraseada). ¡A relajarse y a entrar totalmente confiados a nuestras conversaciones con el Señor -de corazón a corazón-!
Mirtha Siccardi de Diaz
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