EDITORIAL DEL PROGRAMA RADIAL – LA CARTA – FM COMUNIDAD SUR 94.3
Señores
intolerantes
Vivimos en
una sociedad donde el pensamiento y no los hechos o actitudes se han
radicalizado al extremo.
Uno puede
entender como algunos en pos de sus creencias, su fe, pueden radicalizar sus acciones de manera que plantee grandes diferencias en la manera de conducir sus vidas con el resto de la gente.
La definición
de intolerancia es la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar
algo. En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los
puntos de vista de otras personas.
Y esto es realmente peligroso. Cuando no tenemos la
capacidad de considerar los puntos de vista de los que nos rodean, coincidan o
no coincidan con los míos, me transformo en un intolerante.
Cuando descalifico y adjetivo sobre los pensamientos de
otros que están en un polo opuesto a los míos, cuando los que no coinciden
conmigo, son malos, golpistas, represores, zurdos o oligarcas, corruptos,
comienzo a caminar el doloroso y autodestructivo camino de la soberbia.
Porque
intolerantes, no somos capaces de considerar las razones de otros como
realmente validas.
No es lo que
expresamos, barrer con las convicciones,
o resignar los valores que se han convertido en faros que guían nuestro andar
cotidiano y marcan el rumbo que definitivamente queremos dar a nuestras vidas.
Estamos hablando de tener la capacidad de ponernos en el lugar de otro, sin
ningunearlo y poder considerar las razones por las cuales mi prójimo arribo a
tal o cual pensamiento.
En
definitiva si sabemos escuchar, y nosotros tenemos la razón, nos da autoridad
nuestra actitud de humildad, para poder corregir al errado.
Este es un
principio bíblico, considerar a los demás como superiores a uno mismo.
Pero cuál es
la realidad que vivimos, estigmatizar al opositor a nuestros pensamientos, y
llenarlo de carteles ofensivos, soberbia y más soberbia.
Y esto se
refleja en la sociedad toda, en los conflictos de transito, donde pequeños
errores son razón para protagonizar, al mejor estilo “Maravilla Martínez”,
escenas de pugilato, en la vida hogareña, donde las agresiones y
descalificaciones, y aún en oportunidades donde hasta la agresión física, es
justificada por la actitud errónea del otro.
Intolerantes,
sus ilusas mentes creen que con el soporte de los conflictos se puede construir
seriamente. Indefectiblemente no, no y no.
No hace
falta buscar enemigos en todos lados para sobrevivir.
No hace
falta buscar en la escusa de un conflicto estar en boca de todos.
No hace
falta agredir y ganar una discusión para sentirnos mejor.
Es de necio
solamente considerar mi opinión personal.
El apóstol Santiago
enseña que los conflictos surgen del corazón del hombre, y no son culpa del
otro, y esto es una gran verdad porque para pelear siempre hacen falta dos.
Sean
intransigentes con los valores fundamentales de la vida, aquellos que expresa
la palabra de dios, la biblia.
Pero aun esa
intransigencia al ser expresada con misericordia, y con amor, se convierte en
una buena noticia.
La gente el
jueves pasado quiso expresarse, acertada o equivocadamente, pero eso quiso
expresarse, y los políticos de un lado y de otro cruzaron beligerantes
acusaciones y descalificaciones.
Intolerantes,
ustedes un día van a pasar y con ustedes sus necias disputas.
Hubo un solo
Mesías, hay un solo Dios, los demás deberíamos ser en la vida meros ejecutores
de su voluntad.
Intolerantes,
dejen de pelear, tengan espíritu de siervo e expresen sus pensamientos en paz,
porque en definitiva los cambios los motorizan las convicciones y no las
imposiciones.
Atentamente.
La carta
Claudio
Pagura
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