sábado, 1 de noviembre de 2014

El regreso del Hijo Mayor





El regreso del Hijo Mayor

Quiero que nos dediquemos a estudiar la parábola del Hijo Pródigo, pero considerando algo. Los títulos no son parte de los originales de la Biblia. Los diferentes exegetas se han tomado la libertad de titular diferentes pasajes de la palabra para así ayudar a una mejor comprensión de la misma. Disculpen hoy me voy a tomar el atrevimiento de titular yo el texto que vamos a leer:

Lucas 5: 11-32
11También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

Mi título sería “Dos Hijos Necesitan Volver A Casa”.

El hijo menor había dado rienda suelta a un compartimiento lujurioso, había gastado toda su herencia y vuelve a casa quebrado esperando mucho menos de lo que su padre en definitiva le termina dando.
Pero en esta reunión quisiera que nos dediquemos a ver el compartimiento del hijo mayor.

La situación de el no se resuelve en el relato de Jesús es un relato con final abierto.
Quiero que pensemos que fácil que resulta caer en la situación de hijo mayor y que difícil resulta la vuelta.

Algunas características del hijo mayor:
  • Se sentía resentido por el recibiendo de su padre a su hermano menor.
  • Se sentía ajeno en la casa de su padre.
  • Había quizás comenzado a sentir envidia y deseos por aquellas cosas que tanto reprobaba y reprochaba en su hermano menor.
  • La obediencia servicial la había comenzado a ver como una carga sin recompensa.
  • Sintió celos y envidia de este recién llegado (el hermano que con su primer amor nos acusa o por lo menos nos pone incómodos).

El hijo menor peco en forma visible, malgastó dinero, tiempo, amigos y su propio cuerpo; pero cuando detecto que esta conducta solo lo conducía a una vida miserable, reflexionó, se consideró merecedor de nada, pidió perdón y volvió. Solución clara y simple.
El hijo mayor “aparentemente no tenía fallas”, de golpe se reveló todo su resentimiento, orgullos, egoísmo que estaba escondido y que a través de los años se había hecho más fuerte y poderosa.
No podemos mensurar el pecado, pero muchas veces hace mucho más daño a nuestro interior el resentimiento que la lujuria, y hablo desde el punto de vista de la vuelta.

El extravió del hijo mayor es tan difícil de reconocer porque esta estrechamente ligado al deseo de ser bueno y virtuoso.

La mayor característica del extravió es la falta de alegría.

El pensaba, “he trabajado tan duro, he hecho tanto y todavía no he recibido lo que los demás consiguen tan fácilmente”.

Perdió la alegría de servir y comenzó a aflorar la queja.

La alegría y la queja no pueden coexistir.

Quejarse es contraproducente, siempre que me nos lamentamos de algo con la esperanza de inspirar pena y recibir así la satisfacción que tanto deseo, el resultado es el contrario con que intento conseguir. La queja una vez expresada, conduce a lo que quiere evitar: mas rechazo.
Cuando más analizamos las razones para quejarnos, más complicado se vuelve, la condena a otros, la condena a mi mismo, el fariseismo el rechazo, van creciendo cada vez más, nos dejamos seducir por el y entramos en un interminable espiral de rechazo.
Tenemos entender que imposible enfrentar un proceso a autocorrección, algo tiene que ocurrir que yo no puedo hacer que ocurra.

Dios quiere meternos en un proceso de conversión.

El Padre quiere compartir la fiesta con sus dos hijos, pero el hijo mayor no ha entendido que se ha ido de la casa de su padre. El entenderlo desata el proceso de conversión.

Dejando la rivalidad de lado.
Que el hijo menor haya vuelto no significa que sea más amado que el mayor.
Debo dejar lado todo intento de comparación con mi hermano, rivalidad o competición y rendirme al amor de mi Padre. Fuera de su casa el menor parece más querido, y en algunos casos no lo reconozco como mi hermano.

Esto produce en nosotros que miremos a nuestros hermano como un pecador con desdén, y a nuestro padre como un dueño de esclavos, le terminamos mirando con miedo.



La patología de la oscuridad o de estar lejos de casa.

Fuera de casa no puedo confesar mis pecados, no puedo recibir el perdón, el amor mutuo no puede existir. La verdadera comunión se hace imposible. Todo pierde su espontaneidad, todo se convierte sospechoso, consciente, calculado y lleno de segundas intenciones. Ya no hay autenticidad. El más mínimo movimiento reclama un contramovimiento; el más mínimo comentario debe ser analizado, el más insignificante  debe ser evaluado.
Necesitamos una salida que nos permita el regreso desde mi yo que se queja, se compara y siente rencor, a mi verdadero yo que es libre para dar y recibir amor.

Volviendo a Casa

La confianza y la gratitud son los caminos para volver a casa.

La fe:
Hebreos 11: 6 dice: “6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

Todos tenemos que enfrentarnos con el hijo mayor que tenemos dentro, pero debemos dejar que Dios nos encuentre y nos abrace y su amor nos sane.
La fe es la convicción profunda que Dios me quiere en casa

Dios irá a cualquier parte con tal de encontrarte.

Debo entrar en una verdadera disciplina para dejar mis quejas y pensar, decir y actuar con la convicción de que se me busca y seré encontrado.
Debemos lograr que nuestra fe sea mayor que mi sensación de extravio.

La gratitud:

La gratitud es la respuesta contraria al resentimiento.
1º Tes. 5:8 nos enseña: 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”

Mi resentimiento me dice que no me dan lo que yo merezco. La gratitud va más allá de lo mío y lo tuyo, y proclama que todo en la vida es puro don.
La gratitud es una respuesta espontánea a los dones recibidos.
También puede vivirse como una disciplina. Es una elección conciente.
Puedo elegir ser agradecido aún cuando mis emociones y sentimientos estén impregnados de dolor y resentimiento.
Aleluya!!!! – Puedo optar por agradecer en vez de quejarme. En definitiva es un mandamiento de Dios.

Lo más tremendo que cuando elijo agradecer en vez de quejarme Dios aparece en medio de la oscuridad
La fe y el agradecimiento revelan a Dios que me busca, ardiendo de deseo por que todos mis rencores y quejas desaparezcan  y por dejar que me siente a su lado en su banquete.

Hermanos Dios esta con sus brazos abiertos esperando a aquellos extraviados que nunca siquiera habían considerado que algún día se habían ido. 

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