HABLEMOS BIEN DE DIOS
Tuve la oportunidad de escuchar al Evangelista Carlos
Anacondia, instando a recuperar el terreno perdido por la iglesia (plazas,
parques, colectivos urbanos, trenes, etc.) porque la situación social de
nuestro país esta así, porque la iglesia le ha dejado libre al diablo esos
lugares para que gobierno.
También el pastor Angel Negro, nos instó a motorizar el
cambio de nuestra sociedad a través del evangelio del Reino y tuvo una visión esperanzadora
acerca de que la Iglesia que el Señor vendrá a buscar es una Iglesia
victoriosa, no derrotada y que va a generar una verdadera transformación de la
sociedad que la circunda.
Para un hombre como yo que inconscientemente siempre pensó
que iba a haber más gente en el infierno que el cielo –aunque mi fe y el
Espíritu que está en mi decía lo contrario- esto fue agua para un sediento.
Por supuesto esto debe generar alguna acción de nuestra
parte porque la simple repetición entusiasta de una verdad no hace milagros.
Santiago 1:22 dice que si simplemente oímos la palabra y no
la aplicamos nos terminamos engañando a nosotros mismos, por lo tanto el
planteo para mi vida es simple, debo generar los cambios necesarios
para ser parte del “gran” cambio.
El domingo predique sobre el texto de 1ra. Pedro 2 que dice
lo siguiente:
“6 Pues está en la Escritura: He aquí que
coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no
será confundido.
7 Para vosotros, pues, creyentes, el honor;
pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra
angular se ha convertido, 8 en piedra de tropiezo y roca de escándalo.
Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido destinados.
9 Pero vosotros sois
linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar
las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz
vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios,
de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos“ Biblia de
Jerusalén
Este párrafo comienza diciendo que Jesús, que para los
discípulos es un honor, para los incrédulos es un escándalo, es piedra de
tropiezo.
Esta es una palabra real en esto días, donde todo va camino
a hacer justamente lo Dios no aprueba y condena, los incrédulos Cristo Jesús es
escándalo, es tropiezo, se mezcla en sus planes perversos, los obstruye, los
obstaculiza y sabemos que los terminará pulverizando.
En medio de esto nos acusarán de discriminadores, de
antiguos, de poco progresista. No invitarán a modernizarnos, a ser realistas con
el mundo donde nos toca vivir, a aceptar las decisiones de los demás y
respetarlas aunque nos afecten y afecten a nuestros hijos y nietos.
Tratarán de enseñar en las escuelas una moralidad torcida,
con arrogancia nos tratarán de incultos, de crédulos, de vivir acorde a lo que
dice una “fábula” llamada Biblia, pero siempre Cristo, siempre será tropiezo y caerán
una y otra vez, hasta que su última caída será de rodillas, reconociendo a
Jesús como Señor de todo lo creo, lo cual incluye indefectiblemente al hombre.
Mientras tanto nosotros, sus discípulos veremos como una
honra a Jesús, como un don inmerecido para un mundo rebelde.
Cada uno de nosotros que
tenemos una ascendencia ilustre, que
oficiamos de sacerdotes, que hemos consagrado nuestra vida a Dios y por lo
tanto somos una nación, un pueblo con una tarea comunitaria, hablar bien de
Jesucristo a las naciones.
Anunciar las alabanzas de su
nombre, hablemos a nuestros compañeros de trabajo, estudio vecinos, bien de
Dios, de su palabra, de su gracia, de sus mandamientos, que a pesar de que hoy
pueden ser tropiezo, para muchos en definitiva terminaran siendo motivo de
conversión.
En estos días tuve que
presidir un casamiento. La mayoría eran inconversos, y algunos que transitaban
el proceso de apostasía. Entre ellos había algunos públicamente conocidos.
Cuando me acerca a dar una
pequeña palabra de unos tres minutos me vi tentado a hablar cosas intrascendentes,
que no irriten, que no generen incomodidades.
Inmediatamente opte por hablar
bien de Dios, hablar del matrimonio con creación de Dios y indisoluble, del
adulterio como un rasgo de los cobardes, de los que eligen una salida rápida.
No sé lo que habrá pasado después
pero yo me sentí feliz de anunciar las alabanzas de Aquel que nos ha llamado de
las tinieblas a su luz admirable.
No nos cansemos de hablar bien de Dios, vamos a
volver a alcanzar los lugares que el diablo nos ha robado.HABLEMOS BIEN DE DIOS
Claudio Pagura
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